Tragedia de Medellin – 24 junio 1935

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La tragedia de Medellín, aspectos médico legales.

FEBRERO 26, 2013[/alert]
Original publicado por el Dr. Osvaldo Raffo en su blog.

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Carlos Gardel

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    Las circunstancias del hecho:

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    El día 24 de junio de 1935 Carlos Gardel, sus guitarristas, otros integrantes de la troupe, dos amigos, y la tripulación comandada por Samper Mendoza, piloto del avión trimotor F31 propiedad de la empresa “SACO” (Servicio aéreo Colombiano), asistido por su copiloto William B Foster y actuando como comisario de abordo norteamericano Grant Flynn. En total, 13 personas. Despegó del aeropuerto de Medellín a las 14:46 habiendo recorrido algo más de 100 metros y a mínima altura, cae sobre otro avión, el “Manizales” de la “SCADTA” (Sociedad Colombo-Alemana de transporte aéreo) que se desplazaba hacia el centro del campo; el motor derecho del F31, chocó y se aplastó contra la cabina de la otra aeronave. Los dos aviones por causa del impacto se desplazan y quedan en posiciones invertidas. Según testigos presenciales, los pasajeros del F31 intentaron salir por las ventanillas, no así los del “Manizales” que había quedado debajo. Por la sección trasera del F31, cuyo fuselaje estaba partido llegaron a escapar personas: Alfredo Azaff, masajista puertorriqueño, José Plaja, español, profesor de literatura, Grant Flynn, comisario de abordo y nuestro afamado guitarrista José María Aguilar.

    Después del impacto, hay quietud, ambas aeronaves quedan quietas. A pocos segundos los gases de la gasolina estallan. Se desencadena el infierno. El incendio impidió acercase a no más de 50 mts. al público que quería rescatarlos.

    Los relojes se detuvieron. El de Gardel en las 15:07, en un cadáver no identificado rotulado con número 9, en las 15:10. El reloj del avión F31, detenido a las hora 15:30, probablemente se deba a que siguió funcionando 23 minutos más en el infierno que se había desatado. Los bomberos de Medellín arribaron a los 7 minutos y lograron dominar el incendio a los 20 minutos. Quedaban restos retorcidos, solo se distinguía la cola del F31 y parte del ala derecha de “Manizales” que había quedado debajo.

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    Examen del lugar del hecho:

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    Se encargaron de la “Levee du Corps” (levantamiento del cadáver en la jerga criminalística) el Jefe de Investigaciones señor Antonio Rico, asesorado por los doctores Restreoi Isaza y Antonio Ospina. Según el escritor Mario Sarmiento Vargas, al salir de Bogotá Gardel vestía traje oscuro, sombrero gris tipo Orión, abrigo color marrón y bufanda de seda. Como chaleco llevaba una prenda de cuero forrada en seda relleno con plumas. Gardel fue hallado debajo de un motor del F31, en posición decúbito ventral, algo lateralizado hacia la izquierda, ello protegió la región pectoral y la cara interna del brazo del mismo lado, que estaba levemente quemado. De allí el precepto que es regla en Tanatología, el fuego respeta los sitios de apoyo y los sectores anatómicos comprimidos por los vestidos. Dato importante para diferenciar las quemaduras vitales de las post mortem. En el examen de las ropas se constataron en la camisa y en la bufanda de seda las iniciales de su nombre y apellido “C.G.”. Adherida a la pierna derecha, había una cadenita de oro, que el fuego no alcanzó a fundir y que llevaba la siguiente inscripción: “Carlos Gardel, Jean Jaures 735 – Bs. As.”

    Entre sus pertenencias, tal vez protegido del fuego por el chaleco de cuero, se hallo el pasaporte semiquemado, pero con integridad del texto y la fotografía. En el entorno inmediato del cadáver  había libras esterlinas, desprendidas de la “rastra” de Gaucho, que utilizaba como cinturón y un facón sin guarda de hoja triangular, plana, monocortante, que utilizaba como arma personal. La ubicación que le correspondió en el avión fue la segunda butaca del lado izquierdo detrás del pasajero apellidado Swartz, o sea, muy cerca del piloto. Parte del abrigo de Gardel fue encontrado en la parte trasera del avión, donde el fuego fue menos intenso, ello permite presumir que se desplazó de un lugar a otro, buscando un escape que no pudo hallar, el F31 no tenía ventanillas en la parte posterior, de todos modos no habría podido romper a puñetazos los gruesos vidrios de la nave, Gardel cayó cerca de la cabina de mandos, donde estaba su asiento. Por la tarde los cuerpos de las víctimas fueron trasladados a la morgue de Medellín.

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    La autopsia:

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    Junio 24 de 1.935

    “Los suscritos médicos legistas, bajo la gravedad del juramento que tienen prestado, exponen: en esta fecha reconocimos quince cadáveres de hombres, fallecidos en el accidente de aviación ocurrido en el día de hoy en el aeródromo “Olaya Herrera”, que ofrecen la actitud propia de los muertos por incineración y cuyos detalles, describiéndolos aisladamente, los expresamos a continuación, advirtiendo previamente que en todos están quemados los globos oculares, destruidos los parpados, los pabellones auriculares y las partes blandas de la nariz, y en la generalidad de ellos la lengua propulsada y comprimida entre las arcadas dentarias”.

    No.11.- Carlos Gardel.- “Hallado en decúbito ventral bajo las válvulas de un motor. De cuarenta y ocho años de edad, Uruguayo, de la ciudad de Tucuarelo, Provincia de Montevideo (nacionalizado en la Argentina). Identificado por el buen estado de la dentadura, una cadena al parecer de oro, sin reloj en la muñeca izquierda, un chaleco abollonado con plumas, y por una cadena fina pendiente de la ropa con unas llaves y una chapetica con esta leyenda: “Carlos Gardel-Jean Jaures 735-Buenos Aires”.”

    “Presenta quemaduras de cuarto, quinto y sexto grado generalizadas y sangre en la región temporal, el pómulo y el ojo derechos. Por causa de la quemadura, están descubiertas las costillas en la cara externa del hemitórax derecho, el tercio inferior del fémur de este lado, el tercio inferior del fémur izquierdo y la tibia del mismo lado, debido a carbonización de los tejidos blandos que los cubrían; igualmente, por causa de la incineración faltan ambos pies.”

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Comentario:

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  1. No se efectuó una autopsia médico legal, sino un reconocimiento de cadáver que es una descripción de las lesiones que motivaron el fallecimiento por el examen externo de las víctimas. no se efectuó la apertura de los cuerpos ni exámenes toxicológicos ni de ningún otro tipo. La causa de la muerte era clara y la tragedia había sido presenciada por miles de testigos y la causa de la muerte era inequívoca. ello es lícito, la autopsia la ordena el juez. Algo similar ocurrió en nuestro país, en la tragedia del 23  de Junio de 1968, ocurrida en la puerta 12 del estadio de River Plate. Según nos relata Mario Sarmiento Vargas las cajas mortuorias no se podían cerrar, los brazos sobresalían de los ataúdes. Ocurre que en los cadáveres carbonizados es predominante la acción de los músculos flexores, de allí la “actitud de boxeador” (Devergie) o “de esgrimista” (Carrara). Fue necesario fracturar los miembros superiores en varios cadáveres para poder introducirlos cómodamente en las cajas mortuorias.
  2. Gardel fue identificado por las pertenecías que resistieron la acción del fuego y por el “buen estado de la dentadura”, este detalle saltaba a la vista, el aspecto externo de los carbonizados admite una descripción general aplicable a todos los casos, la retracción de la piel  de los labios tironeando las comisuras dejando expuestos los dientes, de ahí el nombre de “facies de pescado o tortuga”, en todas las fotografías, la dentadura de Gardel es perfecta para su edad de 48 años no se observan desgastes, pigmentaciones ni otras anomalías. Es importante, en este momento, transcribir la opinión de los maestros Médico legales de aquellos tiempos. El Dr. Andrés Sein, discípulo de Nerio Rojas, docente de la materia y director del horno crematorio del cementerio de la Chacarita, participo como conferenciante en el primer congreso Latinoamericano de criminología (Año 1938) con un tema que tituló “Pruebas legales póstumas después de la cremación” (Tomo 3° pág. 308): “Es muy común la creencia de que el diente natural resiste la acción del fuego. Esa creencia, un tanto empírica, tiene quizá su fundamento en que se considera, que el esmalte o cubierta externa del diente posee una dureza de tal grado que puede comparárselo con acero. Nada de esto es verdad. El diente se calcina en tal forma que aun conservando las características que lo particularizan cada clase, se vuelven tan frágiles que se desmenuzan como pan tostado, cuando se los aprieta con los dedos”.

“La verdadera identificación, al revés de lo que se quiso hacer creer en el caso de Carlos Gardel, se hace con los dientes artificiales. La “Magnifica dentadura”, si es natural, se crema y no ayuda a la identificación – agrega después – “La verdadera identificación se hace con los dientes artificiales”. “Las prótesis de oro, cuando son de oro, resisten las altas temperaturas del horno crematorio y desde luego, subsidiariamente, las de un incendio”. El oro funde a 1300°C, Hans Ulrich Thom y H. Suerst, piloto y radiotelegrafista, respectivamente, del Manizales fueron identificados por las prótesis de sus dentaduras. Andrés Sein agrega más adelante: “las piezas dentarias de porcelana, resisten la temperatura de la cremación y ello se explica si se tiene en cuenta que los hornos de cocción de este material trabajan a temperaturas superiores  a 1600°C, que nunca se alcanzan en los procesos de cremación. Idéntico concepto tenía el maestro de la medicina legal Francesa León Derubert: “En hornos de temperaturas superiores a los 800 °C, los únicos dientes que se encuentran intactos son los artificiales cuyas coronas son de porcelana. Las cuatro variedades de dientes humanos responden a modo diferente a la acción del fuego. Los caninos e incisivos resisten más los efectos del calor que premolares y molares.” (“De la Carbonisation de la peau et de seus anexes” 1934). En la actualidad hay tablas indicativas de las temperaturas que se requieren para fundir las prótesis utilizadas en odontología”.

Carlos Gardel tenía otras señas particulares, útiles para su identificación. Una noche del año 1904, el zorzal, no regresó a su casa, Doña Berta alarmada por la tardanza pide ayuda a la autoridad policial. Se instruyó sumario por “fuga del hogar” (?), dio como seña particular “una cicatriz por debajo de la oreja izquierda.” Gardel portaba en su cuerpo un dato clave que lo distinguía categóricamente de las otras víctimas; se trataba de un proyectil de arma de fuego, anidado y encapsulado en su pulmón izquierdo. En el año 1915, la noche del 10 de septiembre, justamente en el día de su cumpleaños, al salir del “Palais de Glace”, riñe con Roberto Guevara, quien le dispara un balazo en el hemitórax izquierdo, muy probablemente con un revólver calibre 32, arma muy usual en esa época. Gardel fue transportado a la asistencia pública, que estaba ubicada en la calle Esmeralda n° 74, a pocos metros del “Café Tortoni”. De allí fue derivado al hospital San Roque (actual Ramos Mejía). En aquellos tiempos las heridas penetrantes en el pulmón se prefería una actitud médica expectante, no intervencionista. Fue asistido por el profesor Donovan; cuenta la historia que expuso el caso a los alumnos que cursaban patología quirúrgica. Gardel curó completamente sin secuela alguna. Para identificarlo solo habría bastado una radiografía simple de tórax.

Carlos Gardel

No ocurrió lo mismo con otras víctimas, el informe tanatológico en su última página dice:

“Los cadáveres sin identificar (Números 8, 9 y 10) corresponden a los nombres de Alfredo Le Pera, de treinta y cinco años de edad, de San Pablo (Brasil), Guillermo Desiderio Barbieri, de cuarenta y un años de edad, de Buenos Aires (Argentina) y José C. Moreno, de veintiocho años de edad de Buenos Aires (Argentina), sin que se pueda precisar cuál de estos nombres corresponde a cada cadáver.-

En el preámbulo del protocolo de autopsia, se describe un patrón lesivo como el que presentaban todos los cadáveres a la manera de un vistazo general, que puede parecer macabro para quien no ha vivenciado catástrofes con multiplicidad de víctimas, dice textualmente “en todos están quemados los globos oculares, destruidos los párpados, los pabellones auriculares y las partes blandas de la nariz y en la generalidad de ellos, la lengua propulsada y comprimida entre las arcadas dentarias”.

Ello es así, los médicos Forenses que autopsiamos los 70 cadáveres carbonizados en el incendio del avión de la compañía LAPA, en el aeroparque de la ciudad de Buenos Aires, comprobamos que presentan ese aspecto, todos parecían hermanos  (de allí la dificultad para la identificación directa). El protocolo del informe es parco pero preciso. Clasifica las quemaduras utilizando la antigua pero útil clasificación Francesa de CH. Vivert, Distinguía 6 grados, el primero correspondía  al eritema (enrojecimiento congestivo) y el sexto correspondía a la carbonización completa. Los cuerpos fueron numerados (a Gardel le correspondió el n° 11). No hay detalles antropométricos de talla ni de peso, el fuego reduce el tamaño, Gardel medía 1,67 de talla. La autopsia es clara, en el hemitórax derecho y prácticamente en ambas piernas los tejidos estaban destruidos.

Es imperativo para el perito, determinar si las quemaduras se produjeron hallándose el sujeto con vida. O sea, determinar si ha respirado en el foco del incendio. Cuando ello ha ocurrido, hay signos tisulares presentes, congestión, ruptura capilar e infiltración hemática. Monóxido de carbono en la sangre y depósito de negro de humo en faringe, laringe y bronquios (Signo de Montalti). Como hemos comentado se efectuó una inspección de cadáver, no una autopsia médico legal, no hubo examen químico toxicológico de la sangre, ni la apertura de la cavidad torácica. Pero no escapó a la inspección externa un detalle a mi criterio muy importante, dice textualmente “sangre en la región temporal, el pómulo y su ojo derecho”.

La “sangre” debió provenir, seguramente de un efecto mecánico y no calórico, o sea, un trauma de cráneo y rostro. Faltaban además ambos pies. Gardel estaba ubicado en la parte delantera del avión, lugar en el que penetro un ala del Manizales, no olvidemos que Gardel fue hallado “Debajo de un motor”, y que el pasajero Henry Swartz (Cadáver N°13) ubicado delante de Gardel, se le comprobaron “ruptura de ambos fémures en su tercio inferior, al parecer, por fractura”. Gardel se hallaba en la zona de impacto de ambas aeronaves. Yo quiero creer, que el pobre Carlitos, murió en el acto por el traumatismo del cráneo y no por acción del fuego.

Hay un detalle médico legal, a mi criterio, de importancia; Mario Sarmiento Vargas (“Dos antorchas, una hoguera”-Honduras 5625, Buenos Aires, Argentina. 1986, pág. 124).

Dice textualmente: “A Ernesto Samper Mendoza se lo hallo fuertemente agarrado – expresión gráfica de “la garra” que no suelta lo que sujeta – a la palanca del comando de su avión, el F31, demostrando con su gesto final, el muscular esfuerzo que hizo para controlar rectilínea dirección del ascenso en aquel apenas iniciado decolaje”.

En un ateneo cultural, sobre los aspectos tanatológicos de interés científico, en los cuerpos rescatados en la tragedia de Medellín. Dialogué personalmente con Mario Sarmiento Vargas sobre este punto.

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La única deducción lógica, desde el punto de vista de la ciencia forense, es que en el cadáver de Samper Mendoza se comprobó la existencia de espasmo cadavérico.

Se trata de  un fenómeno de excepción también llamado “rigidez inmediata espasmódica” o “rigidez cataléptica”. Es la persistencia, después de la muerte súbita, del estado de contracción muscular, vital y voluntario en el momento de ocurrir la muerte. El sujeto queda “congelado” en esa actitud, debe ser una muerte inmediata, que sorprende al individuo en plena actividad, con contracción muscular o general, como afecciones graves, producidas por lesiones traumáticas del sistema nervioso central o cardiaco. El ejemplo clásico de espasmo cadavérico está representado por  el mantenimiento en la mano del arma del suicida, por disparo en la cabeza o el corazón. La actitud es irreductible, se mantiene hasta que aparece la putrefacción cadavérica. Hay que fracturar los huesos para poder reducirla.

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Esto debe haber ocurrido en el rescate del cuerpo de Samper Mendoza. Dice el protocolo de autopsia (N°14) “Se halla en una notoria posición de flexión, típica de los individuos muertos por incineración. Presenta quemaduras de cuarto, quinto y sexto grado generalizada, pero está sano el brazo derecho, aparte del antebrazo y del pie del mismo lado…-Por causa de la cremación, faltan el antebrazo y la mano derechos”. Yo pienso que los rescatistas fracturaron el antebrazo para poder desasirlo de la palanca y poder transportar el cuerpo.

Si aceptamos que la última actitud vital de Samper Mendoza, fue sentado en su puesto y empuñando la palanca de comando del avión, ello echa por tierra las fantasiosas teorías de una pelea a tiros con Gardel.

Por otra parte, Samper Mendoza se hallaba ubicado en la zona de impacto del avión, a escasísima distancia de la butaca que ocupaba Gardel, solo se interponía entre ambos el pasajero Henry Swartz. Supongo que Samper Mendoza, murió en el acto y debido a traumatismo de cráneo. Dice el ya citado Mario Sarmiento Vargas (Pág. 124): “La cabeza despedazada, la masa encefálica carbonizada, agarrado de los comandos, sentado en su puesto, etc.”

Resultan también interesantes las interpretaciones tanatológicas de las lesiones de las otras víctimas de la tragedia. Pero ello escaparía a la brevedad de nuestras Charlas Médico Legales.

Yo soy Gardeliano viejo. Cuando concurro al cementerio de la Chacharita, para visitar a mis seres queridos, nunca dejo de pasa por la tumba de Carlos Gardel.

Dr. Osvaldo Hugo Raffo